domingo, 28 de julio de 2013

El trapo rojo está sucio

Camina muy campante el Partido Liberal. Sus más ‘distinguidos’ miembros ocupan altos cargos del Estado. El mismísimo presidente Santos parece más encantado con el liberalismo que con su Partido de la U. Después de 11 años, el trapo rojo regresó a la presidencia del Senado. En Cartagena los liberales son la esperanza. El director de la colectividad, Simón Gaviria, moja prensa nacional. Son precursores de la paz, defensores de la víctimas, reformistas, progresistas, estadistas de alto turmequé. Y también sufren la más grave miopía. No ven lo que no les conviene. Ignoran lo evidente: que el trapo rojo está sucio y les falta mucho para vestirlo de gala.
En Bucaramanga, es imposible hablar de los liberales sin pensar en varios ‘rubíes’: El fracaso de Metrolínea, los mariachis de 2010, las ruinas de la escultura del Parque Santander, el turbio contrato de Tránsito para el cobro de la cartera morosa (2009), la cuestionada exdirectora de Tránsito, exsecretaria de despacho y excontratista del AMB, Elvia Sarmiento, el sancionado exalcalde Fernando Vargas, la destituida e inhabilitada exsecretaria Paola Carvajal, el destituido e inhabilitado exsecretario de infraestructura Álvaro Ramírez, el suspendido exsecretario de educación Luis Alfonso Montero, las costosísimas sillas del Coliseo Bicentenario, la lentísima construcción del Parque Extremo, el abandono de propiedades municipales en Acrópolis, el lamentable destino del Colegio Villas de San Ignacio, la tardía apertura de la Plaza de Mercado del Kennedy, el torpe deterioro de la Villa Deportiva, la rebaja del cobro de la estampilla proanciano a un contratista privado, el destituido exalcalde Héctor Moreno, la designación de Moreno firmada por Horacio Serpa, el tramposo alumbrado navideño del 2011, el carrusel de la contratación de Desarrollo Social, el baile de las fundaciones de papel (ahora en el Imebú), las irregularidades en la entrega de refrigerios escolares (2012 y 2013), la complicidad de los concejales con la mediocridad oficial, los contratos de prestación de servicios para aceitar la maquinaria y minar la democracia, y la lista no termina. 
Antes de cantar que el Partido Liberal ha resurgido, tienen que limpiar el trapo rojo más allá de Bogotá. Pueden empezar pidiéndole perdón a Bucaramanga por acreditar dirigentes que se han burlado de nosotros hasta la saciedad.