CARTAS SOBRE LA MESA
Por: Manolo Azuero @ManoloAzuero
'La Cámara de Comercio de Bucaramanga decidió no hacer veeduria': Juan Jose Reyes.
MANOLO AZUERO: Usted fue por casi
25 años presidente de una entidad con mucho poder, privada por constitución,
pero pública por obligación. ¿Por qué se alejó del debate regional después de
ser protagonista?
JUAN JOSE REYES: Porque percibí todo ese tiempo
como saturación, llegó el momento de buscar gente nueva…otro discurso. También
consideré que debía dedicar tiempo a mí mismo, a mi familia, a mi gente, a mí
como ser.
M.A.: Desde la Cámara usted fue
un veedor de las entidades públicas, polémico, contundente. Recordemos que se enfrentó al ex Alcalde Ivan
Moreno Rojas. Sus sucesores, en cambio, optaron por tercerizar la veeduria. No
pelearon más con los Alcaldes. La Cámara incluso se volvió un contratista usual
del gobierno local. ¿Cedió la Cámara ante la clase política local?
J.J.: Yo creo que ellos optaron por
otro modelo. En ese momento las Cámaras de Comercio estaban en una encrucijada.
El peso de los recursos públicos era demasiado agobiante y limitante, por su
campo de acción. Entonces creyeron que el futuro estaba en la generación de
otro tipo de recursos. Y por ahí se fueron, pero ello implicaba renunciar al
papel de veeduria. Nunca entendí porque no se le hizo ningún tipo de gestión de veeduria a Honorio Galvis o a Fernando Vargas, cuando si hubo mayor vehemencia
en el seguimiento al Gobernador Hugo Aguilar. Hoy parece que ni en un lado ni
en el otro.
M.A.: ¿Cómo vio, ya como
ciudadano común y corriente, la Bucaramanga de Honorio Galvis, Fernando Vargas
y Héctor Moreno?
JJ: Bucaramanga tuvo un ciclo de crecimiento
vertiginoso desde el año 2000. La ciudad vivió una transformación notable. Y
lamentablemente creció de manera desordenada, porque ya en ese momento la
Alcaldía estaba en manos de personas que tenían una carrera política, unos
compromisos y unas ataduras que les impedían tomar decisiones impopulares. Por
ejemplo el manejo de los vendedores ambulantes, el manejo del espacio público,
el control del tránsito. Un gran desorden que en nada ha favorecido a la ciudad.
Déjeme anotar que Bucaramanga perdió el civismo que la caracterizó hasta la
tercera elección popular de Alcaldes. Ahí todo cambió. Apareció Horacio Serpa
con Carlos Ibáñez y comenzó el presente.
M.A: Tanto usted como su sucesor,
Juan Camilo Montoya, criticaron el Gobierno departamental de Hugo Aguilar
Naranjo, quien terminó años después destituido e inhabilitado porque puso,
según la Procuraduría, su investidura al servicio de los paramilitares. ¿Cómo
entender hoy el apoyo de reconocidos empresarios a la vertiente política de
Aguilar?
J.J.: Vayamos un poco atrás. En el año
2000 nos dimos cuenta que una parte muy importante del empresariado le empezó a
dar un gran apoyo a personas que en el caso de la región decían oponerse al
despeje de una zona del sur de Bolívar al ELN. Ahí casi que de golpe nos dimos
cuenta que existían esos nexos. Y esos nexos, quizás visto hoy, nunca cesaron.
La acción absurda de la guerrilla llevó a que la gente creyera que el camino
estaba en la combinación de las fuerzas de lucha. Se creyó que el enemigo de mi enemigo, era mi
amigo. Debo decirle que en 1993 hicimos una reunión con el Ministro de Defensa
de la época Rafael Pardo, quien le dijo a los empresarios ‘defiéndanse,
ármense, no esperen que todo venga del Estado’; eso llevó a que la gente
empezará a armar sus aparatos de defensa. Y de ahí a la política hay un solo
paso. Yo no quiero entrar a casos particulares, pero esos nexos se dieron y se
siguen dando.
M.A.: Pero en concreto, ¿cree
usted que la clase empresarial ha sido cómplice de políticos que tuvieron nexos
con los paramilitares?
J.J.: Yo estoy aterrado de que el
empresariado colombiano es absurdamente derechista, mucho más de lo que yo mismo
me había imaginado. Y así ha sido proclive a tener relaciones con ese tipo de
personajes. Hoy ya comenzó una ruptura, pero de todos modos, no creo que sea
total.
M.A.:
A la Cámara de Comercio la alcanzó la mano de Aguilar Naranjo. Carlos Fernando
Sánchez, uno de sus más fervientes escuderos, llegó a la junta directiva. Lo
puso el Presidente Uribe. ¿Se ha vuelto la junta trinchera de intereses
particulares?
J.J.: Yo creo que sí. Las Juntas
Directivas de las Cámaras de Comercio tienen la particularidad de que la
tercera parte de sus representantes son designados por el gobierno nacional.
Durante muchos años los gobiernos poco se interesaban en el tema y nombraban empresarios notables. Después eso
cambió, y llegaron a la junta representantes de los políticos, de la
confederación liberal, de José Luis Mendoza, de Horacio Serpa. También sectores
como el de los transportadores con el tema de Metrolinea, en su afán de que
dicho proyecto no arrancara o arrancara con ellos dirigiéndolo, se metieron a
la junta directiva de la Cámara. Y así se ha vuelto una mezcla de diversos
actores, que en teoría no es mala; sin embargo, con el estado actual de la
gobernabilidad, lo que consigue es que siempre los políticos, y no los gremios,
salgan gananciosos
M.A:
Con el Gobierno de Richard Aguilar, la Cámara ha sido amistosa. Su otrora
subalterno Félix Jaimes, aún funcionario de la Cámara, es asesor del
Gobernador. ¿Cómo evalúa está dualidad?
J.J.: Ellos soportan aquello en la
función de ‘promover el desarrollo regional’ que corresponde a la Cámara. En
ese sentido no han dado prelación a la labor de veeduria. Por mi parte, yo
pienso que en la medida que haya administraciones públicas eficientes, honradas
y cumplidoras, el ambiente empresarial es mejor y la inversión de los impuestos
también. Es decir, para mi es preferible ejercer la veeduria, que de por si es
apoyar a las entidades públicas.
M.A.:
¿Podrá la Cámara hacer algún tipo de veeduria a la Gobernación, con Felix Jaimes como asesor del Gobernador?
J.J: La Cámara decidió no hacer veeduria en el departamento. Y me parece que en la ciudad tampoco.
M.A:
Más allá de la política ¿Cómo ve el desarrollo de Santander? Pasó Serpa y
seguimos sin super vía, ni vía a Málaga, García Rovira aún en la prehistoria.
J.J: Los santandereanos decidieron
que las vías de la región las tenía que hacer la nación, y eso no es cierto. La
nación tiene otras prioridades, que a veces pasan por acá, como la troncal del
Magdalena, pero la mayoría de las veces no. El genio que decidió nacionalizar
la vía Málaga es un absoluto equivocado, porque para la nación esa vía no tiene
ninguna prioridad y nunca pondrá los recursos suficientes. Y los gobernadores
nunca han decidió construir una sola vía que le dé una ayuda clave al
departamento. Se han dedicado hacer pequeñas cosas que les dan votos.
M.A.:
He leído su blog De vez en cuando
escribo. Allí encuentro a un Juan
José irreverente frente al sistema, más de izquierda que de derecha. Aquello en
usted; tantos años representante de los empresarios; se me hace insólito.
J.J.:
Yo creo que hay que hacer un nuevo pacto social. Me parece que mientras en
Colombia no se construya una sociedad más igualitaria, que piense más en las
persona, en el ciudadano, no se podrá alcanzar el desarrollo ni superar la
violencia.
M.A.:
¿Será que como Presidente de la Cámara no vio cosas que ahora ve como ciudadano
del común?
J.J:
En ese tipo de trabajos yo creo uno termina metido como en una cabina del
quehacer, de todos los días. Como los gobernantes de ahora. Ellos nunca van al
supermercado, no hacen fila en un
banco. No tienen un contacto incógnito con el ciudadano. Antes era diferente, mi padre fue Alcalde y él era un
ciudadano más. Ahora hasta los sub secretarios de una sub secretaría tienen
carro blindado y escolta. Eso es inaceptable.
Ya es medio día. Dejo a Juan José
en su apartamento, consintiendo a uno de sus gatos. Lejos del trajín de aquella
oficina, en la Cámara de Comercio, que ocupó buena parte de su vida.